
Luz silenciosa
23 premios en los mejores festivales de cine internacional incluyendo el premio del jurado en Cannes, Francia, en 2007, y otros países tales como Estados Unidos, España, Brasil y demás sedes latinoamericanas, respaldan el prestigio de esta extraordinaria película que por fin ilumina con su luz silenciosa las pantallas y las pupilas paceñas, a las 7.35 y 10.20 pm. No te la pierdas, por favor.
Esta es una película poética sobre los menonitas, quienes, además de ser güeritos que venden quesos en Chihuahua, poseen una lengua alemana antigua, el Plattdeutsch. Es la primera vez en la historia del cine que se hace una película en este dialecto. Por ello, el título original es Stellet Licht; en alemán, Stilles Licht; Silent Light es su título internacional, en inglés. Pero su director es a mucha honra mexicano, Carlos Reygadas, y sus dos filmes anteriores han sido éxitos en festivales también: Japón y Batallas en el cielo. Sus 3 películas son hechas en México pero son inusuales, sobresale en ellas el registro nítido del viento acompasado entre árboles, la admiración estática de los atardeceres, de los amaneceres y una fascinación por las oscuras noches estrelladas.
Quien haya tenido la oportunidad de viajar al bellísimo estado de Chihuahua, aquí tendrá oportunidad de confirmar lo fotogénico que es el paisaje chihuahuense. Casi como si fuera un documental en cámara lenta, vemos la granja, las nevadas, el río y la pileta donde estos granjeros soportan con estoicismo su condición de extranjeros no sólo en el espacio sino en el tiempo. Si en este instante todos los menonitas mexicanos se fueran a Alemania, no entenderían muchas cosas y no se darían a entender tampoco fácilmente. Su dialecto es distinto ya al alemán común y corriente que se habla hoy día.
Más que las sutilezas lingüísticas, lo subrayable aquí es la ética de la religión menonita, cuya nobleza y dulzura considera algo muy malo la infidelidad masculina, y el personaje Johan se debate, como en aquella telenovela popularizada por Televisa y la Tesorito, entre dos mujeres un camino. Claro, aquí la picardía mexicana se reduce por el gen germano y en cambio vemos genuinas lágrimas rodar por el hombre al sentirse perdido entre dos sentimientos: la gratitud por la enferma madre de sus hijos y la pasión por otra menonita, extremadamente solitaria y de nobles sentimientos. No, se ve que las telenovelas mexicanas no han mermado un ápice la moral menonita, por lo menos en esta cinta.
Ambas mujeres saben su drama porque la ética menonita prohíbe mentir, algo que la moral globalizada ya no soportaría. Bellas son las escenas del baño en la pileta, la confesión en la nieve, la canción en el pick-up en el taller mecánico, así como tanto el amanecer y anochecer con que inicia y finaliza esta larga y lenta película de 2 horas y 20 minutos pero que vale la pena, el placer, cada minuto. Nada que ver con el cine comercial que está trastornando y transformando el comportamiento mundial de los adultos en niños adolescentes.
La canción en cuestión es “No volveré” de nuestro ídolo José Alfredo Jiménez, interpretada magistralmente en español pero al estilo country por una banda gringa, con una dulzura sorprendente que rivaliza con la bravura del charro, pero igualmente emotiva, eh? Cine poético, distinto, relajante. Vela por favor que de esto no hay todos los días. Apoya el cine de otro enfoque, tú que te quejas tanto de que puro churro gringo y terminas siendo más gringo que los gringos.
23 premios en los mejores festivales de cine internacional incluyendo el premio del jurado en Cannes, Francia, en 2007, y otros países tales como Estados Unidos, España, Brasil y demás sedes latinoamericanas, respaldan el prestigio de esta extraordinaria película que por fin ilumina con su luz silenciosa las pantallas y las pupilas paceñas, a las 7.35 y 10.20 pm. No te la pierdas, por favor.
Esta es una película poética sobre los menonitas, quienes, además de ser güeritos que venden quesos en Chihuahua, poseen una lengua alemana antigua, el Plattdeutsch. Es la primera vez en la historia del cine que se hace una película en este dialecto. Por ello, el título original es Stellet Licht; en alemán, Stilles Licht; Silent Light es su título internacional, en inglés. Pero su director es a mucha honra mexicano, Carlos Reygadas, y sus dos filmes anteriores han sido éxitos en festivales también: Japón y Batallas en el cielo. Sus 3 películas son hechas en México pero son inusuales, sobresale en ellas el registro nítido del viento acompasado entre árboles, la admiración estática de los atardeceres, de los amaneceres y una fascinación por las oscuras noches estrelladas.
Quien haya tenido la oportunidad de viajar al bellísimo estado de Chihuahua, aquí tendrá oportunidad de confirmar lo fotogénico que es el paisaje chihuahuense. Casi como si fuera un documental en cámara lenta, vemos la granja, las nevadas, el río y la pileta donde estos granjeros soportan con estoicismo su condición de extranjeros no sólo en el espacio sino en el tiempo. Si en este instante todos los menonitas mexicanos se fueran a Alemania, no entenderían muchas cosas y no se darían a entender tampoco fácilmente. Su dialecto es distinto ya al alemán común y corriente que se habla hoy día.
Más que las sutilezas lingüísticas, lo subrayable aquí es la ética de la religión menonita, cuya nobleza y dulzura considera algo muy malo la infidelidad masculina, y el personaje Johan se debate, como en aquella telenovela popularizada por Televisa y la Tesorito, entre dos mujeres un camino. Claro, aquí la picardía mexicana se reduce por el gen germano y en cambio vemos genuinas lágrimas rodar por el hombre al sentirse perdido entre dos sentimientos: la gratitud por la enferma madre de sus hijos y la pasión por otra menonita, extremadamente solitaria y de nobles sentimientos. No, se ve que las telenovelas mexicanas no han mermado un ápice la moral menonita, por lo menos en esta cinta.
Ambas mujeres saben su drama porque la ética menonita prohíbe mentir, algo que la moral globalizada ya no soportaría. Bellas son las escenas del baño en la pileta, la confesión en la nieve, la canción en el pick-up en el taller mecánico, así como tanto el amanecer y anochecer con que inicia y finaliza esta larga y lenta película de 2 horas y 20 minutos pero que vale la pena, el placer, cada minuto. Nada que ver con el cine comercial que está trastornando y transformando el comportamiento mundial de los adultos en niños adolescentes.
La canción en cuestión es “No volveré” de nuestro ídolo José Alfredo Jiménez, interpretada magistralmente en español pero al estilo country por una banda gringa, con una dulzura sorprendente que rivaliza con la bravura del charro, pero igualmente emotiva, eh? Cine poético, distinto, relajante. Vela por favor que de esto no hay todos los días. Apoya el cine de otro enfoque, tú que te quejas tanto de que puro churro gringo y terminas siendo más gringo que los gringos.

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